jueves, 22 de marzo de 2012

Ser diestros o zurdos influye de modo distinto en cómo pensamos




Durante las últimas décadas, se ha demostrado a través de numerosas investigaciones científicas que hay muchos factores internos y externos que influyen, más de lo que se creía, en cómo pensamos, sentimos, nos comunicamos y tomamos decisiones en un momento dado.


Un factor particularmente influyente puede ser nuestro propio cuerpo. Un ejemplo llamativo de esto ha sido analizado en una nueva investigación, presentada en Current Directions in Psychological Science, una revista académica de la Asociación para la Ciencia Psicológica, cuya sede está en Washington DC, Estados Unidos.


Daniel Casasanto, experto en cognición de la Nueva Escuela para la Investigación Social (un centro universitario ubicado en la ciudad de Nueva York), ha mostrado que las peculiaridades de nuestro cuerpo afectan a nuestro modo de pensar de maneras que son predecibles, y a través de muchas facetas diferentes de la vida cotidiana, desde el lenguaje hasta las emociones, pasando por las imágenes mentales que nos formamos.


El concepto que defiende Casasanto es que las personas difieren en cuanto a la forma, tamaño y otros rasgos de su cuerpo, y que debido a ello personas con tipos diferentes de cuerpos piensan de manera diferente.


La preferencia hacia el uso de una mano en vez de la otra parece ser una vía importante por la que nuestro cuerpo da forma a cómo tomamos decisiones. Casasanto y sus colegas exploraron si ser diestro o zurdo puede influir en nuestros criterios sobre ideas abstractas como el valor, la inteligencia y la honestidad.



A través de una serie de experimentos, ellos descubrieron que, en general, la gente tiende a preferir las cosas que se encuentran en el mismo lado que su mano dominante. Cuando a los sujetos de estudio se les preguntaba cuál de dos productos comprarían, cuál de dos aspirantes a un empleo contratarían, o cuál de dos seres alienígenas ficticios les parecía más digno de confianza, los diestros usualmente elegían el producto, persona o criatura que habían visto en el lado derecho de la página, mientras que los zurdos preferían el de la izquierda. Estos tipos de preferencias han sido detectadas en niños de edad tan corta como 5 años de edad.


Esta preferencia por las cosas ubicadas en nuestro lado dominante no es inamovible. Los diestros que han sufrido una incapacidad permanente en su mano derecha comienzan a asociar "lo bueno" con "la izquierda". Lo mismo se aplica a los diestros cuya mano "buena" ha sido discapacitada temporalmente en el laboratorio, según hallaron Casasanto y sus colegas. Después de unos minutos de actividad torpe con su mano derecha, los diestros comenzaron a pensar como los zurdos. "Si le modificamos el cuerpo a una persona, también podemos modificarle la mente", resume Casasanto con una frase sin duda provocativa e inquietante.

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