jueves, 21 de marzo de 2013

Microsoft ofrece dinero a los desarrolladores Windows








¿Eres desarrollador de aplicaciones para Windows 8 y Windows Phone 8? Entonces tenemos buenas noticias para ti. Microsoft, el gigante del software, ofrecerá hasta $100 dólares a aquellos que creen una nueva app para cada una de estas mencionadas plataformas. Será posible enviar hasta 10 apps para cada una y podemos obtener hasta $2.000 dólares al hacerlo. No hay dudas de que Microsoft le está haciendo mucha promoción a Windows con su extensa campaña de marketing. Tengamos en cuenta que esta promoción especial finalizará el 30 de junio, es decir que estará activa poco más de 3 meses.

Para poder hacernos con un poco del dinero de Microsoft debemos tener en cuenta solamente tres cosas:

-Se pagará por las 10.000 primeras apps que merezcan la pena.
-Las aplicaciones tendrán que ser de calidad y su función deberá ser realmente útil.
-No se permite copiar otras apps, deberán ser totalmente nuevas.

Esta especie de campaña fue lanzada en realidad a comienzos de marzo, pero Microsoft no le hizo mucha mención hasta hace poco. Recordemos además que MS no es la única en usar esta estrategia, ya que BlackBerry también la ha usado.

Ver un partido desde el balón

El balón con su minicámara inalámbrica. (Foto: Instituto de Robótica de la Universidad Carnegie Mellon)






Al procesar las imágenes captadas por el balón mientras vuela y gira, el algoritmo se vale de su reconocimiento del cielo para determinar qué cuadros de video se han captado con la cámara apuntando al cielo y cuáles con la cámara apuntando al terreno de juego. Los cuadros captados con la cámara apuntando hacia arriba son descartados, y los que quedan se combinan entre sí mediante un software especial para crear una amplia panorámica. El software de superposición es similar al usado por la NASA para combinar entre sí imágenes tomadas por robots de superficie en Marte y confeccionar de este modo amplias imágenes panorámicas de paisajes marcianos. Programas informáticos parecidos son cada vez más comunes en cámaras digitales y su grado de sofisticación crece.

El algoritmo desarrollado por el equipo de investigación para la cámara del balón también hace las correcciones oportunas para subsanar algunas otras distorsiones en las imágenes.

Aunque ha sido el rugby el deporte escogido en primer lugar para probar este singular sistema de minicámara y software corrector, otros deportes en los que el balón es el protagonista también se podrían beneficiar mucho de la perspectiva visual desde la pelota a la hora de ofrecer imágenes televisadas de un partido. A nadie se le escapa lo impactante que resultaría en un partido de fútbol de final o semifinal ver marcar un gol decisivo desde la propia pelota, viendo acercarse más y más la portería ante los ojos, y al portero intentando parar el balón.

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Hacia un almacenamiento eficaz y barato de energía solar durante la noche

Paneles solares. (Foto: NASA / Jim Grossmann)






La energía solar es una fuente limpia de energía, pero sólo es posible utilizarla de manera directa cuando brilla el Sol.

Una opción para poder usar la energía solar en las horas nocturnas es capturar el calor solar durante el día y utilizarlo por la noche.

El uso de esta clase de técnica, conocida como almacenamiento de energía térmica, ha sido bastante limitado tradicionalmente, debido a que las sales fundidas que usualmente se emplean para almacenar el calor solar destinado al suministro energético requieren un equipamiento grande y costoso.

El equipo de Ewa Ronnebro, científica especializada en ciencia de los materiales, del Laboratorio Nacional estadounidense del Pacífico Noroeste (PNNL), en Richland, Washington, ha mostrado que un polvo hecho de un hidruro metálico especial puede almacenar hasta 10 veces más calor por unidad de masa que las citadas sales fundidas, y operar a temperaturas más altas.


El Laboratorio Nacional del Pacífico Noroeste, y sus socios en el proyecto, que son la Universidad de Utah y la empresa Heavystone Lab, están desarrollando un sistema térmico demostrativo de 3 kilovatios-hora que capte el calor durante seis horas y lo libere luego durante más de seis horas.

Si finalmente este sistema piloto alcanzan el éxito que de él se espera, este proyecto podría conducir a una revolución en el campo del almacenamiento de energía solar en forma de calor, permitiendo usar profusamente sistemas de almacenamiento de energía térmica, que serían más pequeños que los convencionales y que tendrían costos más competitivos.

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sábado, 2 de marzo de 2013

I’m Watch, el primer y auténtico smartwatch







Un smartwatch (o reloj inteligente) es un dispositivo con forma de reloj que dispone de muy buenas funciones, algunas similares incluso a las de un smartphone. Durante varias semanas han corrido rumores de que Apple y Samsung están preparando sus propios smartwatchs, aunque de momento ninguna de las dos compañías ha hecho declaraciones oficiales al respecto. Dada la falta de información, ahora todo el mundo ha puesto sus miradas sobre el nuevo I’m Watch, el cual se ha proclamado a sí mismo como el primer y auténtico smartwatch del mundo, dejando en el olvido al modelo que Sony lanzó hace muchos meses. Este pequeño reloj nos permite ver una lista de llamadas, mensajes de textos, mails y otras notificaciones.

El I’m Watch también incorpora funciones para aceptar o rechazar llamadas. Su batería es recargable y tiene una duración estimada de 72 horas, también cuenta con GPS y conectividad GSM.

Hay disponibles distintos modelos por distintos precios. El modelo más básico cuesta $350 dólares, y a partir de él tenemos para elegir otros como el de titanio, el de plata, el de oro y finalmente uno con incrustaciones de diamantes que cuesta solamente $20.000 dólares. Tal parece que a nivel de funciones, todos ellos disponen de las mismas.

Estudian cómo producir energía alternativa imitando los procesos químicos de la fotosíntesis natural

Sandra Signorella junto al equipo de investigación del IQUIR. (Foto: CCT Rosario)






Un grupo de la Unidad Inorgánica del Instituto de Química Rosario (IQUIR-CONICET), en Argentina, estudia el desarrollo de un catalizador para transformar agua en hidrógeno con el fin de utilizarlo como combustible alternativo para industrias y vehículos. La tecnología reproduce el mecanismo de la naturaleza que desarrolla la misma función: la fotosíntesis, el proceso mediante el cual las plantas obtienen energía de la luz solar. 

Sandra Signorella, investigadora principal del CONICET en el IQUIR y directora del grupo de Bioinorgánica, rama de la Química Inorgánica relacionada con procesos biológicos, explica que “dentro de la Bioinorgánica hacemos compuestos biomiméticos, que se encargan de reproducir la función de alguna enzima o de alguna proteína, pero no cualquiera, sino aquellas que contienen metales en su estructura: las metaloenzimas y metaloproteínas que pueden llevar a cabo funciones tales como reacciones redox (reducción/oxidación). Tratamos de reproducir la misma función que tiene en la naturaleza esa enzima o proteína”, indicó. 

En la fotosíntesis natural, cuando las plantas reciben la incidencia lumínica del Sol, se activa un proceso en el cual se produce oxígeno, se obtiene energía y se fija el dióxido de carbono. La enzima conocida como Fotosistema II es la que interviene en el proceso de descomposición del agua en oxígeno e iones hidrógeno a través de una reacción en la que participa el manganeso, un metal. 

“Una parte del sistema fotosintético contiene un cluster de manganeso, es decir un conjunto de iones manganeso que son los responsables de la oxidación del agua a oxígeno. Simultáneamente, el otro extremo del mismo complejo proteínico emplea los electrones resultantes de la oxidación del agua para convertir plastoquinona en plastoquinol, una molécula que transporta los electrones que serán usados en la fijación de dióxido de carbono”, explica. 


Todo esto sucede gracias a que al incidir luz sobre la clorofila, se desencadena una migración de electrones que permite al complejo de manganeso adquirir capacidad oxidante y desempeñar la función de convertir agua en oxígeno y protones. 

“Del mismo modo, la fotosíntesis artificial se puede usar para producir hidrógeno a partir de agua y energía solar, o combustibles líquidos a partir de agua, dióxido de carbono y energía solar”, explica Signorella. El objetivo del equipo del IQUIR es avanzar en el desarrollo de un dispositivo fotosintético artificial para producir energía renovable no contaminante. El sistema estaría constituido por un fotocalizador que por acción de la luz descompone el agua en oxígeno, protones y electrones, y un segundo elemento que emplea los electrones producidos en el primero para convertir protones en hidrógeno o dióxido de carbono en combustibles líquidos. 

Un componente esencial del dispositivo fotosintético artificial es el catalizador, que acelera la reacción química para la descomposición de agua, y que debe ser estable, eficiente y activarse por acción de la luz, directamente o a través de un fotosensibilizador. “Nosotros estamos trabajando en el desarrollo de este elemento del sistema, usamos un compuesto de manganeso adsorbido sobre un soporte sólido fotosensible, capaz de catalizar la descomposición de agua al ser iluminado”, explica Signorella. 

Según la investigadora se pueden utilizar distintos metales, “hemos elegido trabajar con manganeso porque nos parece que si la naturaleza lo eligió debe ser porque es lo que mejor tendría que funcionar”, señaló.

Una vez que los científicos hayan optimizado el proceso, se podría usar el fotosintetizador artificial para producción de hidrógeno u otros combustibles hidrocarbonados, en reemplazo de los combustibles fósiles convencionales. El objetivo de este desarrollo es poder utilizarlo como fuente alternativa de electricidad para cualquier tipo de proceso que necesite energía, como autos a hidrógeno, fábricas o como combustible.


El origen de la enfermedad de Alzheimer puede estar en la evolución del ‘Homo sapiens’

La evolución del cerebro del 'Homo sapiens' puede ser el origen del alzheimer. (Foto: E. Bruner)






Emiliano Bruner, investigador del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) de Burgos (España) y Heidi Jacobs, del Instituto de Neurociencia y Medicina de Jülich (Alemania), han publicado un artículo en la revista Journal of Alzheimer’s Disease en el que sugieren que la vulnerabilidad que nuestra especie, el Homo sapiens, tiene a los procesos neurodegenerativos sería “el precio que hay que pagar por nuestras facultades cognitivas”. La hipótesis formulada por ambos científicos integra informaciones procedentes de la paleoneurología (el estudio del sistema cerebral y endocraneal el los fósiles), del análisis de imagen, de la anatomía comparada y de la neurofisiología. 

Según explica Bruner en una entrevista concedida a la Agencia DiCYT, esta postura nace del encuentro entre un paleoneurólogo especializado en anatomía cerebral y evolución humana y una neuropsicóloga especializada en enfermedad de Alzheimer y metabolismo, e intenta proponer “un marco evolutivo a los procesos neurodegenerativos asociados a esta patología tan destructiva para las personas y cada día más presente en nuestra sociedad”. 

El investigador detalla que aunque la enfermedad de Alzheimer se conoce más bien por los daños en la estructura de áreas de la corteza cerebral asociadas a los lóbulos frontales y temporales, recientemente se ha puesto en evidencia que el proceso empieza con unos problemas metabólicos en las áreas parietales profundas. “Se trata de las mismas áreas que, según el registro fósil y paleoneurológico, presentan cambios patentes relacionados con el origen de nuestra propia especie, Homo sapiens, y considerando que ésta patología solo se conoce en nuestra especie, hay que preguntarse si las dos cosas están relacionadas”, subraya. 


Así, es necesario evaluar si los cambios anatómicos que han caracterizado el origen de Homo sapiens, a pesar de ventajas cognitivas, pueden haber conllevado también “efectos secundarios”. 

“El aumento de masa neural, las diferencias de organización geométrica y espacial, el aumento de gastos energéticos, de reparación y de activación metabólica y vascular, pueden haber creado una situación de vulnerabilidad y sobrecarga que genera sensibilidad en las áreas profundas parietales y daños funcionales”, incide el científico, quien señala que aquí se encontraría el origen de la vulnerabilidad a los procesos neurodegenerativos y por tanto de la idea “de que es el precio que tenemos que pagar por nuestras facultades cognitivas”. 

¿Y cómo es posible que la Evolución no se haya “desecho” de estas vulnerabilidades? La respuesta es clara para el investigador. “Al estar la enfermedad de Alzheimer asociada a etapas de la vida ya no reproductivas, como efecto secundario no afecta directamente los criterios de selección natural, pasando silencioso los filtros de la evolución”. 

Respecto a la importancia del estudio elaborado, Bruner advierte que la perspectiva evolutiva no ofrece soluciones directas útiles para desarrollar curas biomédicas, pero puede proporcionar un enfoque diferente para entender el marco biológico de una patología. “Entender una enfermedad compleja como el alzheimer no significa solo entender su presente, sino también su pasado. Es importante tener claro el origen de la patología y los límites biológicos que nos han llevado a ella, ya que solo conociendo estas informaciones se pueden planificar los pasos necesarios de una investigación clínica integrada”, señala. 

Por otro lado, en cuanto a los próximos pasos a dar en esta nueva línea de investigación, el científico recuerda que cada hipótesis debe ser evaluada “con datos y evidencias que se puedan cuantificar”. 

Primero, detalla, la neuroanatomía comparada “tiene que evaluar detenidamente las diferencias entre primates humanos y no humanos en las áreas parietales”. Segundo, hay que evaluar “si los problemas metabólicos asociados a la enfermedad de Alzheimer se deben realmente a estructuras y procesos típicos de nuestra especie”. En tercer lugar, es necesario considerar “las causas físicas del defecto metabólico, como factores térmicos, vasculares, tóxicos o de mantenimiento celular”. Y, finalmente, averiguar “cómo un defecto metabólico en unas áreas puede generar un defecto en la estructura de otras”. 

“Ya tenemos muchas indicaciones sobre todos estos puntos pero hacen falta más datos experimentales. Como propuesta especulativa, también habría que evaluar la posibilidad de encontrar marcadores osteológicos (del hueso) asociados a la enfermedad, lo que permitiría investigar esta patología en los homínidos extintos o en las poblaciones históricas”, agrega.